NI
RASTRO DE ENCHUFES
Las doce de la mañana de un
sábado anormalmente caluroso en pleno invierno. Las cuatro componentes del
grupo se reunieron en la puerta del colegio, con la firme esperanza de acabar
con el trabajo lo antes posible, pero en ese momento no sabían lo equivocadas
que estaban.
Lentamente entraron al colegio,
que estaba lleno, y suponiendo que no iban a encontrar ninguna puerta abierta
se dirigieron a una de las esquinas más apartadas del ruido ensordecedor que
llegaba hasta sus oídos. En ese momento surgió la primera preocupación, no
había ni rastro de los enchufes. El portátil, que una de ellas había llevado,
tenía tan solo un 24% de batería, por lo que tendrían muy poco tiempo para
grabarse.
Sentadas todas alrededor del
ordenador después de haberse repartido ya las frases, se dispusieron a empezar
la grabación, pero, mala suerte la suya, la segunda preocupación hizo acto de
presencia, el portátil no conseguía leer el vídeo. Y para colmo de males, una
vez que consiguieron que se pusiera en marcha el programa, el portátil que se
bloquea, impidiéndoles avanzar en su importante tarea. En un intento
desesperado dos de ellas iniciaron la búsqueda de un enchufe, misión que dieron
por perdida incluso antes de empezar, pero la esperanza era lo último que se
perdía.
Una vez estuvieron de nuevo todas
juntas decidieron emprender la marcha hacia un sitio cerca de allí conocido
como “La casa encendida”, dónde lejos de terminar con sus problemas, los
aumentaron, aunque de forma totalmente distinta.
Subieron hasta el segundo piso en
busca del silencio, y ya de paso algún que otro enchufe. Y afortunadamente
dieron con ello en el rellano situado entre planta y planta. Con rapidez empezaron a maniobrar con
el ordenador y con los vídeos, hasta que al cabo de media hora éste estaba
hecho, con la única ausencia de sus voces, para lo cual habían quedado aquella
mañana. Realizaron varios intentos, pero todos fallidos, o no se oían con el
trajín de la gente subiendo y bajando, o les entraba la risa, las cuales fueron
frenadas en seco por la llegada de un segurata advirtiéndolas de que estaba
prohibido tener enchufado el ordenador en la toma de corriente. Una vez se hubo
marchado el segurata, entre risas las chicas recogieron y con la batería del
portátil a la mitad se propusieron encontrar un sitio más tranquilo para poder
grabar.
Recorrieron el edificio en su
busca, y lo encontraron en la punta más alejada del tercer piso, al lado de un
pasillo, que según ellas, tenía aspecto de barco. En ese lugar lo intentaron
una y otra vez, hasta que en el límite de la batería del portátil lo
consiguieron, dando por terminado el trabajo que más problemas les había dado
hasta el momento.
Entre risas y después de tres
horas las chicas se despidieron y cada una siguió su camino, de vuelta a casa.
Elian, Elisa, María y Nuria.
Mon Dieu !!!!! Vaya historia !!!Parece de intriga!!!
ResponderEliminarBien redactado,aunque no queda claro qué vídeo os estabáis disponiendo a hacer. La vidéo de français ???
Marina (prof)